martes, 3 de agosto de 2010

Mr. Nobody

En España la han estrenado con el prosaico subtítulo de Las vidas posibles de Mr. Nobody, como si quisieran darle al espectador una innecesaria explicación por anticipado.

Nemo Nobody es un niño-hombre-anciano con el supuesto poder de ver el futuro porque algún descuidado ángel de silencio olvidó sellar sus labios con algún encanto anti-profecía antes de nacer. Nemo es también el último mortal en la tierra en el año 2092, cuya agonía es seguida con fascinación por una humanidad televisiva que parece apegarse maniáticamente a la posibilidad del infinito.

Nemo podría ser cualquier repetible héroe de ciencia ficción pero... están esos inconmensurables lagos de aguas azules, esos espejos tallados que pueden tornar del celeste cristalino al tenebroso azul medianoche en un nanosegundo: Los ojos de Jared Leto. La historia a veces se deshilacha pero no pasa nada, mientras esa mirada se mantenga frente a nosotros, nos dejaremos arrastrar por las múltiples vidas de Mr. N., vidas siempre tocadas por el desgarro, la separación, vidas tristes y meláncolicas, esas que Mr. Leto es especialista en pintar.

En ese universo en fragmentación que se derrumba frente al espectador, sólo el amor parece tener un cierto poder de cohesión, el pegamento de un mundo decadente. Tres mujeres, tres historias de amor y más vidas que se desprenden como ramas, según van trascurriendo elecciones irrencociliables. La camara se detiene en el rostro de estas tres hermosas y diferentes mujeres (también niñas y jovencitas en este universo infinito y paralelo) y no es la única excursión que hace por la belleza, los paisajes silenciosos , oníricos y a veces devastados imponen también su cuota de estremecimiento.

Al final parece que el amor es -parafraseando a un dictador- uno, grande y libre.

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