domingo, 29 de diciembre de 2013

MAGIC BOY

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Fuente: Web Entrecomics

Me gustan los cómics, aunque su temática sea adulta y compleja, los dibujos me devuelven a un territorio infantil en el que la lectura tiene un componente de placer simple y sin consecuencias, como devorar una manzana caramelizada. La diferencia es que debajo de la cobertura dulce, a veces aguarda la sorpresa de un sabor raro, elaborado que invita a una segunda lectura, a degustarlo nuevamente con más pausa.

En la contraportada de Magic Boy definen el estilo de James Kochalka por su "carácter cartoon y naif, pero que a veces contrasta con sus argumentos de carácter más duro" y esa es justamente una de las características que le dan profundidad y capacidad de conmover a sus historias. El gesto acompaña y puntúa los diálogos y tiene una inmensa capacidad de hablar de asuntos muy complicados en un par de viñetas.


Kochlaka es un artista prolífico, que mantuvo su tira cómica American Elf durante catorce años y ha publicado un buen número de novelas gráficas que le han valido el reconocimiento artístico y popular. Es una pena que en España, de momento no sea tan conocido como se esperaría de su talento. Este fino ejemplar, editado por Dolmen (2006) en su colección Dominó es prácticamente una rareza, aunque sí que se encuentran editadas sus antologías de American Elf y parte del resto de su obra por Apa Apa Comics.

Magic Boy es un alter ego élfico del autor y son trece de sus fabulosas y breves aventuras las que se reunen en este libro. Una muestra del universo de este autor ha creado al entretejer de forma muy bella fragmentos autobiograficos con surrealistas objetos animados y animales con una superior capacidad reflexiva que con frecuencia deja a los humanos con cara de tontos. Es conocida la fascinación de los autores de comic por sus compañeros felinos y los mejores momentos aquí vienen casi siempre de la mano de Spandy, la gata, que interroga al mundo desde la perspectiva híbrida del animal doméstico que conoce a sus amos como nadie más podría hacerlo y ese pequeño ser salvaje y desconfiado, esa tigresa que aún habita dentro de ella. Un amoroso depredador.

Podría releer mil veces sin cansarme de ella, una de estas historias: "Pequeños amantes", que es básicamente el relato del amor imposible entre una gata y un pájaro. No sé cómo citar bocadillos pero aquí van, mucho menos bellos que en su formato original:

SPANDY: ¡Qué preciosidad! ¡¡Qué alas tan bonitas!
AMO: Ajá.
SPANDY: Le amo. Ojalá bajara hasta aquí volando y me dejara masticarle la cabecita.
AMO: Oh, gatito... El amor no correspondido es un mito. Es sencillamente imposible amar a alguien que no te ama a su vez. Invariablemente es un sentimiento mucho más parecido al odio.

Pero claro, por bien logrados que estén estos diálogos, falta aquí la expresión de la gata, esa mezcla de hambre y adoración con la que observa el grácil aterrizaje del pájaro en una rama; esa condescendencia con la que entrecierra los ojos y escucha la perorata de su amo sobre la falsedad del amor no correspondido. Como en toda buena narración, hay un giro final que nos convence de la clarividencia de Spandy. Este remate maravilloso de la historia tiene lugar en una rama del árbol en la que se posan dos pájaros:

PÁJARO 1: ¿Qué te pasa?
PÁJARO 2: Es esa gata. Sus suaves orejas puntiagudas. Sus afilados dientecitos ¡La amo!

¡Pues claro! Es un amor correspondido pero potencialmente letal. Como casi todos. Ninguna persona en riesgo de enamorarse debería dejar de leer "Pequeños amantes", porque el amor casi siempre es peligroso, tanto para felino que suspira por el vuelo de una delicada ave pero a la vez no puede dejar de desear tener esa cabecita estre sus fauces, como para el pájaro, fascinado por el hermoso pelaje, las inteligentes orejas y sobre todo esos dientecillos asesinos que prometen una experiencia total, una dimensión desconocida del amor. Al fin y al cabo ¿no es la aspiración final de la pasión la devoración, la aniquilación de la individualidad, fundirse en un sólo ser? 


Más información:

La web American Elf de James Kochalka
Ficha de Magic Boy en la web de la editorial Dolmen
Ficha de James Kochalka en la web de Apa Apa Comics

lunes, 23 de diciembre de 2013

EL PLANTADOR DE TABACO

 

Muchas veces me he preguntado si todo esto de la blogosfera tiene alguna utilidad o si no es más que un mentidero virtual donde cultivar con mimo una imagen bonita de nosotros mismos, una parcela para el ego en la que nos redecoramos con pinceladas de buen gusto, rebeldía, independencia de criterio, belleza en general. Los odios también se miman, se alimentan porque nos reafirman: los del gusto literario depurado, contral el vulgo mainstream; los amantes de la ficción vampírica adolescente contra los viejunos que no entienden nada de oscuridad ni de romance.

Dudas despejadas: gracias a un post de La medicina de Tongoy me enteré de la existencia de El plantador de tabaco, que encabeza mi lista personal de libros del año. Así, que a pesar de las tonterías narcisistas que vertirmos a porrón en ellos, si los blogs de literatura consiguen poner en circulación el nombre de una obra cuya rareza hace tan preciosa, entones están haciendo un gran favor a la literatura y a los lectores. En este caso, ha sido más que una labor de difusión, no repetiré lo que el Sr. Tongoy cuenta con mucho más detalle y conocimiento de causa aquí pero se puede afirmar que prácticamente ha sido la "aclamación popular" tras su airada entrada la que ha conseguido que este joyón de libro se reedite. Gracias, lectores, gracias atrevidos editores de Sexto Piso.

John Barth publicó El plantador de tabaco en 1960, el tiempo es aquí un factor importante porque la novela está no sólo ambientada sino narrada como una aventura de finales del S. XVII y comienzos del XVIII, como una sátira (o un homenaje) de la novela de aventuras de la época. En algunas de las críticas que he consultado (después de terminarme felizmente el libro) se habla mucho de su naturaleza metaficcional pero a diferencia de otras obras agraciadas con este epíteto, en El plantador no se percibe esa deprimente sensación de que las ambiciones artísticas del autor han ahogado el placer de la narración. A pesar de lo larga que es la historia y sus múltiples ramificaciones, yo no llegué a sucumbir al aburrimiento, aunque por momentos me sublevara el salto de una historia no resuelta a otra; parece que la única manera, al menos para mí, de disfrutar esta lectura es navegar por ella, dejarse arrastrar por su torrente de personajes y escenarios trenzados entre sí.

El protagonista de esta historia es Ebenezer Cooke, un zoquete, un letraherido, un infatuado, "con más ambición que talento y, sin embargo, más talento que prudencia", que gracias a la una serie de farsas y malentendidos termina partiendo hacia América bajo la doble condición de poeta laureado de Maryland, cuya misión es narrar la epopeya de este nuevo mundo y encargado de administrar la heredad de su padre, un próspero cultivador y comerciate de tabaco. Todas sus aventuras están atravesadas por la red de intrigas políticas que teje su antiguo preceptor, Henry Burlingame III, un personaje que se metamorfosea constantemente y hace gala de una delirante pansexualidad. Debo confesar que cada nueva encarnación de este personaje me descolocaba, me daba rabia su omnipotencia en las tramas, además uno se encariña con el aspecto y los tics de los personajes, hasta que, de nuevo, hay que dejarse llevar y aceptar que cada extraño que aparece por la puerta puede ser otra faceta del misterioso Sr. Burlingame.

A pesar de la naturaleza satírica de su tono (o gracias a ella), las reflexiones sobre el amor y la sexualidad son frecuentes y a menudo de una profundidad desconcertante en medio del tropel de aventuras de abordajes piratas, guerras contra los indios, intrigas religiosas o persecusiones de maridos celosos. Aquí juega un papel fundamental Anna, hermana gemela de Ebenezer, quien es un espejo más reflexivo y bello de su carácter y representa todo de cuanto hay en el amor de entrega, aceptación de los deseos prohibidos y abnegación. Sin destrozar los agradables meandros de la trama para quien quiera adentrarse este país tan bello como salvaje, se puede contar que nuestro bardo promete conservar su virginidad y a costa de muchos esfuerzos lo consigue, hasta casi el final de la historia, no obstante, como suele suceder, todo lo que reprime, retorna multiplicado y la mente del pobre poeta se ve constantemente torturada por deseos contradictorios que lo llevan constantemente a escenarios que fluctúan de lo cómico a lo patético.

La traducción de Eduardo Lago es impecable y no imagino el titánico trabajo que ha debido ser transplantar los giros, cambios de tono y niveles de relato que conviven aquí. Recuerdo que algún que otro adjetivo me sonaba raro, no sé si producto de los años que Lago ha vivido fuera de España pero como no lo apunté en su momento y ahora me parece estéril desmenuzar el libro en busca de un mínimo punto dudoso en la traduccion. Suyo también es el prólogo, ameno, informativo y aunque se nota que hubiera podido hacer un alarde de erudición, prefere hacerlo de verdadero amor por la obra.

Por motivos prácticos (peso del volumen) y psicológicos (la necesidad de alternar lecturas más normalitas), tardé unos cuantos meses en recorrer este periplo de Inglaterra a Maryland pero lo disfruté muchísimo. Yo aconsejo bebérselo así, poco a poco y con deleite como una buena botella de bourbon.

Más información:

- La ficha en la web de Sexta Piso, no tiene mucha información, se echan de menos al menos links a reseñas o críticas pero sí que hay un pdf con el primer capítulo.
- Reseña de Rebeca García Nieto en Microrevista. Un agradable descubrimiento.
- Entrada en el blog de Lector Malherido a quien no le gustó mucho, por motivos que entiendo y hasta cierto punto comparto pero que a mí no me impidieron disfrutar muchísimo de esta lectura.
- Post en La tormenta en un vaso, recomendable. 
- Ficha en la distribuidora UDL que contiene una breve sinopsis y una cantidad ingente de links de prensa que tratan del libro.
- Recomendación de Tipos Infames en el blog Sinololeonolocreo

sábado, 21 de diciembre de 2013

Un poema para insomnes



VENTANA DE LA MADRUGADA

Me gustan esas horas
en las que el mundo parece detenido
 y el ladrido único
de un perro rebelde
se dibuja nítido sobre el fondo del silencio.

Un camión de la basura
pasa muy lento
como queriendo hurtar
su paso de elefante mecánico
a los oídos de los durmientes.

A los insomnes, en cambio,
no se les escapan sus resuellos
de viejo animal urbano.
Los insomnes, cartógrafos
del mapa de los ruidos de la noche,
ojos rojos, encendidos como luces de emergencia
de tanta humanidad devuelta 
al sueño de la inocencia.

lunes, 9 de diciembre de 2013

LA VIDA DE LAS MUJERES

La vida de las mujeres (Alice Munro)



No queda muy bien lo de ponerse a leer a un autor justamente cuando le dan el premio Nobel pero para qué ocultarlo, este ha sido el caso. Yo había oído hablar antes de Alice Munro pero sabía poquísimo de ella, me gustaba mucho como sonaba su nombre y el hecho de que fuera canadiense, ese país que desde la distancia parece agreste y a la vez tan civilizado, con su bilingüismo, sus rascacielos y sus bosques nevados. Puro tópico e imagenes robadas de la televisión. Con el anuncio del Nobel vinieron las mesas de novedades inundadas de Munro y por una vez me alegro de haber caído en los engranajes de la maquinaria publicitaria que se ennoblece al vender algo como La vida de las mujeres.

¿Por qué me ha gustado?

  1. Dell Jordan. La genial protagonista, una voz tan viva que más que una voz parece una mano que sale del libro, te agarra por la garganta y te impide dejar de escuchar lo que tiene que decir. Dell Jordan empieza siendo una chiquilla impertinente con los ojos intensamente abiertos al mundo y a través de estos ojos que tienen la limpieza y la perversidad de la infancia vamos convirtiéndonos en un miembro silencioso de su extraña familia. A ratos una niña que chapotea en un riachuelo, una temeraria Lolita que roza territorios peligrosos, una adolescente intelectual que no sabe qué hacer con su cuerpo o una joven mujer que empieza a descubrir los goces y dificultades del amor.
  2. La familia. La madre y su ateísmo militante, esa mujer que abjura de la fe pero que siente una devoción enfebrecida por la razón y al conocimiento y cuya frustración por no heber tenido la posibilidad de una mejor educación hace que hace que deposite sus más altas esperanzas en la inteligencia de Dell. Las tías solteronas de una inteligencia práctica y pueblerina, que florecen en sus dominios pero se marchitan al enfrentarse a otros ambientes. Es una familia que no se limita a los lazos de sangre, está la inquilina Fern, con su doble vida de funcionaria de correos y cantante aficionada, su conmovedora inclinación a los placeres de la vida no demasiado aconsejables para una señorita añeja. Naomi, la mejor amiga, cómplice y rival de descubrimientos vitales, su compañía en esa realidad de outsiders, de niñas imperfectas, no tan delicadas y femeninas como se suponía que debían serlo. Los personajes masculinos están construidos de una manera diferente, es como si pasaran de perfil por el relato, el padre con su presencia silenciosa pero tranquilizadora, el atolondrado tío Benny, el hermano pequeño, Owen, por el que se percibe ese brusco amor fraterno: "No tenía nada que ocultar, nada que mostrar aparte de la indiferencia de su corazón puro".
  3. Jubilee. El pueblo-universo. Los habitantes de las ciudades solemos creer que los ambientes rurales manejan códigos morales más básicos que hacen que la vida sea sencilla y fácil de entender. Munro demuestra que la complejidad de la estructura social de un pequeño pueblo de Canadá puede ser absolutamente sofisticada y que transgredir una sola de sus normas puede condenar al infractor a un ostracismo irreversible.
El ritmo del libro es pausado, las estaciones van pasando y las cosas dramáticas simplemente ocurren y se engastan como una joya exótica en el metal ordinario del calendario. La sensación del paso del tiempo está conseguida de forma magistral.

Las reflexiones sobre la religión, el erotismo, la feminidad no se hacen nunca pesadas ni gratuitas porque van de la mano de las aventuras de Dell y sus experiencias, alucinanates desde el éxtasis ante un pavo real albino hasta sus coqueteos con la sonrisa de serpiente del oscuro Sr. Chamberlain.

El título original de esta novela es Lives of Girls and Women, hubiese preferido que lo conservaran porque justamente uno de los pilares de la narración es el paso de la infancia a la juventud y el contrapunto con la experiencia vital de la madre y las otras mujeres de la generación anterior en retrospectiva.

Está la vieja discusión de si hay una literatura femenina, etc. Si bien es cierto que la perspectiva narrativa es la de Dell (y su viaje "de niña a mujer..."), una de las mayores virtudes de Munro aquí es dejar abiertas las posibilidades de las muchas formas de ser mujer y abordar el mundo como tal.

A pesar de que no hay trucos narrativos o intrigas monumentales que no parezcan naturales en el entorno de Jubilee, el libro se lee con apetito y alegría y en algunos momentos, con la sensación de haber pasado de refilón por un espejo.

La edición es manejable y robusta, que es lo primero que se le pide aun libro de bolsillo, la traducción está muy bien, mantiene una sensación de que la prosa más limpia y despejada también puede ser la más brillante.

lunes, 2 de diciembre de 2013

LA ISLA DEL DR. MOREAU

Cuando uno se siente con poca resistencia a la frustración, lo mejor es buscar refugio en un clásico. En este caso, por pedestres motivos financieros, enfilé camino a la biblioteca. Hace poco hice un pequeño viaje a una bonita (y cara) ciudad del norte de Europa y mis finanzas aún tiemblan, así que de momento, me estoy absteniendo de consumismo literario; no  obstante, mis libreros habituales no deben temer, los adictos siempre recaemos. Además, hay que aprovechar ahora, antes de que las ansias privatizadoras del gobierno transformen las bibliotecas de barrio en salones recreativos, que son más rentables.

Una vez in situ, tuve que descender a esa planta pintada con colorines y amueblada con sillas enanas porque el único ejemplar de La isla del Dr. Moreau, está clasificado como literatura juvenil y se codea con las aventuras de las tres mellizas o el Botones Sacarino.

Este ejemplar es de la colección "Tus Libros", de Anaya, la edición es de 1990. Es un ejercicio de nostalgia para alguien que, como yo, atravesaba una gloriosa adolescencia en los noventa. Una colección con un diseño limpio y sin condescendencia, sus tapas blancas eran la sólida constatación de que algo bueno estaba a punto de ocurrir. Los contenidos extra, a saber, glosario, bibliografía y estudio crítico son de una profundidad que no está reñida con el orden y la claridad. Este baqueteado ejemplar ha pasado por las manos de numerosos usuarios de la biblioteca sin sufrir más que algunos raspones en el lomo. A pesar de ser parte de una colección dirigida al público juvenil, la traducción del inglés es íntegra y directa, sin resúmenes ni adaptaciones que edulcoren o desvirtúen la altura literaria de la novela. Incluso el papel mantiene casi intacta la deliciosa frialdad de su tacto satinado. Según cuenta Nuño Vallés en su blog El dinosaurio que estaba allí la colección aún existe pero ha perdido parte de las cualidades que le concedían su maravillosa calidad inicial, el post de Vallés es estupendo, como mucho sentido del humor y argumentos críticos.

La historia se abre con el útil recurso del manuscrito encontrado que sirve para ordenar la narración y lanzarla sin demasiados preámbulos: Edward Prendick, un joven biólogo inglés naufraga en medio del océano y queda a la deriva en un bote junto a otros dos hombres, con los que termina enfrascado en una lucha a muerte por los pocos alimentos que tienen. Al final, es el único sobreviviente y cuando ha perdido la esperanza, es rescatado por un barco, en el cual viaja Montgomery, un científico exiliado por oscuros motivos en una isla, a la cual se dirige con un cargamento de animales enjaulados y un ayudante de extraña apariencia. Hay una atmósfera de una crueldad indeterminada en el ambiente, que los pocos deseos de Montgomery de dar explicaciones contribuyen a enrarecer; el capitán, empapado siempre en alcohol, se niega a llevar al nuevo pasajero hasta su destino final y cuando llegan a la isla, para su desesperación, lo abandona nuevamente en el bote. Al final, Montgomery se  compadece de él y lo rescata nuevamente pero le advierte que probablemente su presencia en la isla no sea bien acogida. Nuevas criaturas, esta vez una especie de hombres de rostro alargado y extrañas proporciones, ayudan a descargar el cargamento.


Una vez en la isla, entra en escena en Dr. Moreau, a quien Pendrick reconoce como un científico, notable en tiempos, que fue expulsado del la comunidad científica y a la larga, de Inglaterra, por la revelación periodística de sus crueles experimentos de vivisección de animales. Aunque Pendrick no presencia los experimentos, los terribles aullidos de un puma,sometido a la tortura científica, lo conducen a un estado de pánico que lo impulsa a recorrer la isla, sólo para encontrar el horror de otras extrañas criaturas que vagan por la selva y sufrir la persecución del que luego sabremos que es el hombre leopardo.

Para lograr calmar al alarmado huésped, Moreau se ve forzado a explicar la motivación y la naturaleza de sus experimentos y le aclara que su criaturas no son mezclas entre humano y animal sino hibridaciones y modificaciones, ayudadas por la transfusión de sangre. Estas conversaciones son, a mi juicio, la parte más fascinante del libro; en ellas, desarrolla sus teorías sobre la plasticidad de la materia viva y de cómo mediante sus cirugías sobre animales "vueltos a esculpir para darles nuevas formas", crea nuevos seres a los que educa en una especie de imitación de humanidad. El personaje de Moreau, su físico, su presencia avasalladora, su discurso hipnótico, condensa los dilemas éticos de la historia.

Moreau ha creado un universo en su isla en la cual él es el amo y supremo creador. Reconoce que está lejos de alcanzar el éxito con sus criaturas y que en cuanto empieza a notar los límites de su evolución, las deja libres (en otras palabras, las abandona) y han terminado por vivir juntas en una zona donde habitan en rudimentarias cabañas. Sin embargo, mantiene un férreo control sobre ellas mediante un mecanismo de doble filo tan antiguo como perfecto: la religión y el miedo. Las criaturas viven de acuerdo con un credo basado de un grupo de prohibiciones básicas: caminar a cuatro patas, probar la carne, atacar a los hombres y probar el alcohol. Hay una especie de clérigo, una criatura llamada el Recitador de la Ley que se ocupa de liturgia cotidiana, una repetición de cánticos que temina siendo casi un trance hipnótico colectivo destinado a fijar las conductas y el miedo; el elemento de control más poderoso es el recuerdo de La Casa del Dolor, donde fueron creados. El Canto que las criaturas han de repetir, tiene unas escalofriantes resonancias bíblicas:

   -Suya es la Casa del Dolor.
   -Suya es la Mano que crea.
   -Suya es la mano que hiere.
   -Suya es la mano que cura. (...)

El Wells socialista y firme partidario de la razón y el progreso, asoma en esta crítica casi iracunda a la religión, especialmente, cuando ocurre el añadido de la teoría de la resurrección crística del amo. A pesar de su agresividad, el alegato antirreligioso, tiene tanta altura literaria que no supone una intrusión en la fluidez del relato.

Sin destripar la deriva final de la historia, diré que el protagonista, tras grandes padecimientos puede regresar a la civilización pero su creencia en el ser humano queda irremediablemente dañada, percibe debajo de los rostros y las conductas ese rastro de salvajismo que descubrió en los hombres que se cruzaron en su extraña aventura, más que en las bestias envilecidas por la manipulación de su cuerpo y su mente. 

¿Recomendación? Leerla. Es un clásico necesario, urgente, que no ha envejecido un ápice. No se dejen engañar por el rótulo de literatura juvenil, es buena literatura a secas, apta para cualquier público.